—Bueno, eso... —cuando Qiu Mu-Ying y Chu Wen-Fei escucharon las súplicas de Wang Liang, se congelaron. Sus expresiones se tornaron lívidas al instante y parecieron ponerse en una posición difícil.
¿Cómo podrían rebajarse a suplicar a un pueblerino? ¿Y a Qiu Mu-Cheng también?
Obtiene más cupones de libro que los de la appRecargar
Ir a la app de Joyread
Sigue leyendo más capítulos y descubre más historias interesantes en Joyread