—¡No, mi Wen-Fei! ¡Bastardo! ¡Maldito canalla! ¡Cómo te atreves a pegarle a mi marido! —gritó Qiu Mu-Ying cuando vio al guardia de seguridad golpeando a su esposo, tenía los ojos enrojecidos por la rabia y se apresuró en decirle al empleado lo que realmente pensaba.
Wang Qiao-Yu también se volvió loca y estaba a punto de abofetear al guardia, para vengar la paliza de su yerno.
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