El tiempo parecía haberse detenido en aquel instante, haciendo que el viento dejara de soplar y el agua de fluir. Lo único que quedaba era una mujer apoyada en el pecho de otro hombre. Todo parecía prolongarse hasta la eternidad.
Después de un periodo de tiempo desconocido, el hombre soltó a Qiu Mucheng y se dio la vuelta para marcharse sin decir una palabra.
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