—¡Argh!
La cabina estalló en gritos desgarradores mientras se desataba el caos. Una poderosa ráfaga de viento barrió la aeronave, rompiendo las ventanas de cristal y creando un torbellino que al instante succionó todo hacia el abismo exterior. Emmanuel permaneció anclado en su sitio, mientras los demás pasajeros se agitaban impotentes contra la fuerza arrolladora. Al observar su frenética lucha, los reconoció como lo que eran; asesinos ordinarios poco preparados para la situación. Aprovechando el momento, los incapacitó rápido uno a uno antes de apresurarse a sellar la ventana rota.
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