En el lugar había un olor acre que a Macarena le resultaba insoportable. Si no fuera por el asunto de Emmanuel, nunca habría pisado un lugar así. Incluso Emmanuel lo encontró intolerable y se pellizcó la nariz. «¿Qué ha estado haciendo ese gordo en este estudio? ¿Cómo puede ser esto un lugar de trabajo? ¡Parece más bien una ruina abandonada!»
Mientras Emmanuel buscaba a su alrededor para ver dónde se escondía Jesús, un garrote se dirigió hacia su cabeza de la nada.
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