Emmanuel no sabía cuántas aficiones tenía Macarena. Sin embargo, en las raras ocasiones en que estaba libre, se dedicaba a actividades idílicas, como cuidar las plantas en macetas o dibujar. En ese momento, parecía tranquila y divina, como la primera vez que Emmanuel la conoció.
«Es una verdadera bendición poder volver a tener una esposa como ella en casa». En un instante, sintió que su cansancio se había desvanecido.
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