Al instante, Milena se sintió un poco cohibida. Su cerebro había estado tan concentrado en aquella idea que, sin darse cuenta, había cometido un lapsus.
Aunque Rubí le había dicho que, si quería conquistar con éxito a su príncipe azul, tenía que atenerse de forma estricta a los tres principios: ¡persistir, ser desvergonzada y ser persistentemente desvergonzada! Sin embargo, le resultaba muy difícil persistir en su desvergüenza.
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