—¿Eh? ¿El Ferrari?
Camilo estaba sorprendido. Era raro que él condujera el Ferrari, pues prefería el Land Rover. Después de todo, él lo compró y solo lo conducía cuando salía con los ricos. Sandro nunca había pedido el Ferrari y por lo general conducía su Land Rover, algunas veces intercambiando entre el Porsche y la Hummer.
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