Mientras hacía malabarismos con múltiples responsabilidades diarias, la avanzada edad de la Señorita Villafranca causaba una ligera inestabilidad en sus movimientos. En un lapso momentáneo, su manga barrió por accidente la tarjeta de la habitación que la secretaria acababa de colocar sobre la mesa en la bolsa de regalo.
—Muy bien, señorita Villafranca. —Sin darse cuenta de la falta de la tarjeta de la habitación, la secretaria se fue con la bolsa de regalo.
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