La mirada de Macarena era gélida y sombría mientras permanecía en silencio por un momento. A decir verdad, no tenía ni idea de qué hacer. La situación se había convertido en un combate cuerpo a cuerpo, por lo que la estrategia y la sabiduría resultaban por completo inútiles.
—¡A la carga! —gritó Arro, tomando la iniciativa en el asalto.
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