Claudia no era una fanfarrona; de lo contrario, no habría elegido abrirse camino en el Grupo Laborda, excepto cuando la gente la presionaba y la obligaba a mostrar su lado asertivo como princesa de la Familia Laborda. Por lo tanto, era natural que no se rebajara al nivel de Amanda cuando ella no hacía más que alardear.
En ese momento, Macarena entró en la Residencia Martínez, y el aire frío que la rodeaba atrajo las miradas a su alrededor. Escuchó con claridad la conversación anterior de Amanda y no pudo evitar que sus pequeños labios se curvaran hacia arriba. Sin embargo, al igual que Claudia, prefería no perder el tiempo con una mujer como Amanda y dejar que siguiera engañándose a sí misma como la tonta ignorante que era.
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