Mientras la madre y el hijo intercambiaban susurros, Macarena se quedó junto al auto, fingiendo no escucharlos. En realidad, estaba bastante indecisa. Ella era muy consciente de los deseos de su abuelo y de Alessandra. Si dar a luz no implicara el proceso convencional de unión entre hombre y mujer, el largo período de gestación y el dolor del parto, como si fuera lanzar un hechizo y producir una pequeña figura, ya habría tenido una docena o más.
«Vaya, un deseo problemático, pero tiene que hacerse. ¡Qué dolor de cabeza!».
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