—¡Mamá, sé que me equivoqué! De verdad sé que me equivoqué. ¿Puedes hablar con Ricardo y dejarme volver a casa? Prometo servirle bien y cuidar de nuestra familia —suplicó Amanda con desesperación.
Como Claudia había contratado a un abogado, las cosas se habían resuelto con rapidez en su disputa de divorcio. En cambio, Amanda no había recibido nada e incluso la habían echado de casa. Además, Sandro había desaparecido, dejándola desamparada. Ahora, incluso sobrevivir se había convertido en un problema, y no tenía más remedio que tragarse sus palabras y volver.
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