Cuando Emmanuel hizo esta afirmación, muchas personas estuvieron de acuerdo. ¿Quién entre los hombres presentes carecía de experiencia en la vida nocturna y con los placeres de la vida? Todos poseían riqueza y poder, acostumbrados a usar el dinero para hacer que las mujeres se sometieran a ellos. ¿Quién consideraría gastar dinero para ser sumiso? Solo aquellos con una inclinación masoquista obtendrían placer de tal cosa.
Las mujeres presentes, en especial las otras cortesanas, resentían la actitud distante de Felicia. Después de todo, todas estaban en la misma profesión para vender sus sonrisas y ganar dinero. Ellas eran humildes y bajas, mientras que ella actuaba superior y exigía tanto respeto como independencia. ¿Cómo no provocaría eso celos en sus corazones?
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