De vuelta en la habitación, Macarena se sentó con las piernas cruzadas y miró a Hernán. ¡No había dicho una palabra en todo el tiempo! Ni siquiera había prestado mucha atención a lo que él estaba diciendo porque todavía tenía misandria.
En cuanto a cuándo comenzó su misandria, no podía recordarlo. Sin embargo, tenía claro que fue hace diez años cuando Hernán la persiguió sin tregua. Ella desarrolló esta aversión hacia los hombres que actuaban como simios debido a eso.
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