—Dadas las habilidades de ese mendigo, nunca habría alcanzado esta grandeza en toda su vida sin la ayuda de alguien más —analizó Cinthia calmada y concluyó—. Debe ser su primo Emmanuel quien lo está ayudando. Si no me equivoco, esa tarjeta negra en su mano debe pertenecer a la esposa de Emmanuel.
Amanda de repente se dio cuenta.
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