—¡Fuera!
Con el tono de una directora general, Macarena señaló afuera con su delicado dedo. Emmanuel vio su determinación y solo pudo cumplir con su petición. Sin embargo, hablaba en serio. Ella creía que era injusto para otros hombres disfrutar de las comidas cocinadas de forma amorosa por su esposa, mientras que él no tenía el mismo privilegio. Aunque no podía prometer cocinar para él todos los días, ella cumpliría su responsabilidad como esposa cada vez que tuviera tiempo.
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