Al igual que el Complejo Serenidad, el Festín Celestial era un establecimiento de alta categoría en Cataratas. Una comida allí costaría al menos cinco cifras, y Ricardo, un trabajador común, no podía permitírselo. Aunque Mia sabía que a su madre no le gustaba Ricardo, no esperaba que fuera tan maliciosa.
—Ricardo, tal vez deberíamos olvidarlo. Gracias por el dulce gesto —dijo Mia a Ricardo.
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