Impaciente, Solano colgó el teléfono. Conocía bien las reglas de la secta, pero realmente se había ganado su posición en la empresa por méritos propios. Nadie le había ayudado a conseguirlo.
En esta sociedad, la capacidad lo era todo. Tomemos a Federico, por ejemplo. Era muy educado, más alto e incluso un poco más guapo que Solano... Bueno, tal vez un poco menos guapo. Pero, ¿qué importaba eso? ¿No fue despedido Federico poco después de unirse a la empresa?
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