Renata se retiró a su habitación, sintiéndose bastante angustiada. No negaría que se había enamorado de Emmanuel. Aquel día en la Residencia Laborda, quedó cautivada por sus habilidades médicas y su valentía. Era algo que nunca había experimentado con ningún otro hombre antes. También sabía que Emmanuel estaba casado, pero ¿podía controlar los sentimientos de atracción? ¡No!
Renata era partidaria de no casarse. Ya había decidido que, si ningún otro hombre podía ocupar el lugar de Emmanuel en su corazón, simplemente permanecería soltera. Ser amiga de Emmanuel era suficiente para ella. Ahora que sus padres la estaban obligando a ir a una cita a ciegas, solo tenía una opción; ¡sabotearla! Conquistar a alguien era difícil, pero ¿alejar a alguien? ¡Eso era fácil! Con este pensamiento en mente, Renata se calmó.
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