Por supuesto, Emmanuel no iba a permitir que nadie intimidara a Alejandra o a su discípulo. Pero, justo cuando estaba a punto de hacer un movimiento, alguien de la familia Chacón saltó a la acción.
Su velocidad era asombrosa. Con un ligero golpe de los dedos de los pies, la figura parecía flotar como una golondrina, elevándose en el aire con tal gracia y agilidad, que dejaba a la multitud deslumbrada.
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