—¡Señorita Quillen! ¡Deténgase!
Al fin y al cabo, Emmanuel era ginecólogo. Tenía más capacidad para resistir la tentación y apartó la cara de ella. Al momento siguiente, Macarena le inmovilizó dominantemente y empezó a besarle y a dejarle marcas de carmín rojo brillante en la cara. Sus besos eran suaves y húmedos, tentadores para Emmanuel.
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