Willy no tuvo más remedio que estacionar el auto al borde de la carretera sin nuevas órdenes de Macarena. Se sorprendió al ver la preocupación en su rostro. Ella había cambiado después de conocer a Emmanuel, ya que nunca había estado tan preocupada. Ciertamente nunca había ahorrado más de un segundo pensamiento sobre alguien. ¿Era este el poder del amor que podía hacer que una diosa como ella tuviera los pies en la tierra?
—¡Macarena! ¡Macarena!
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