—Señor Valladares, ha viajado tanto hasta Zona Oeste y ni siquiera hemos tenido la oportunidad de mostrarle la hospitalidad adecuada —Josefina sonrió—. Permítanos agasajarle bien. Para asegurar su cooperación, he preparado especialmente un par de esposas y una cuerda, por favor acéptelas con una sonrisa.
Gonzalo vio impotente cómo esas personas le esposaban y le ataban, sin que pudiera resistirse.
Obtiene más cupones de libro que los de la appRecargar
Ir a la app de Joyread
Sigue leyendo más capítulos y descubre más historias interesantes en Joyread