—Benicio es ahora el compañero de Emmanuel. —Gonzalo se acercó sonriendo. Dio con suavidad una palmada en el hombro de Jonás—. Ahora soy tu compañero, Jonás. Pase lo que pase, pelearé a tu lado.
Pero Jonás lo miró de fijo. Aunque Gonzalo no le hubiera dicho eso, mataría a Benicio. Si no fuera por él, Emmanuel habría probado la amargura de perder a un ser querido.
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