Benicio se rascó la oreja mientras hablaba. Emmanuel notó que al final del pasillo, dos guardaespaldas estaban atados en el suelo con la boca tapada. Tal vez eran los que vigilaban esta habitación, pero Benicio se había encargado de ellos.
—¿Está Magnus adentro? —preguntó Emmanuel, con determinación en sus ojos.
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