Macarena se apartó de su comportamiento habitual y comenzó a golpear y dar patadas a Emmanuel. Cuanto más lo golpeaba, más rápido latía su corazón y crecía la extraña sensación en su interior.
¡Ay, el hombre que podía derrotar al Maestro Serpiente en cuestión de segundos ahora estaba siendo golpeado unilateralmente por su esposa sin atreverse a contraatacar!
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