—No te permitiré hacerte daño. Yo... yo... —Emmanuel agarró con fuerza el suave brazo de Macarena, su corazón dolía al ver los rasguños en su cuerpo por caerse de la colina. Sin embargo, era torpe con las palabras, incapaz de expresar su dolor por ella.
Por otro lado, Macarena se sentía exasperada, viéndolo mover los labios durante mucho tiempo, pero sin poder terminar su frase.
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