Los dedos de Emmanuel eran tan largos y finos, su palma estaba tan caliente contra la de Claudia, y su pecho era tan firme.
Si pudiera seguir tomada de su mano y dando un paseo mientras contempla esta impresionante vista, ¡sería el momento más romántico de su vida! Mientras tanto, Emmanuel era ajeno a sus pensamientos y sólo se daba cuenta de lo distraída que había estado todo el día. No pudo evitar preguntarse si era culpa suya.
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