Sarahí frunció el ceño. ¿Quería que le acompañara fuera? ¿No se suponía que debía quedarse a servirle en su residencia? ¿Por qué iba a tener que acompañarle fuera? No pudo evitar sentirse nerviosa. ¿Tendría que acompañarle a conocer a algunos personajes políticos? ¿Y si se encontraba con su tío abuelo? ¿No quedaría todo al descubierto?
«¿No podía ir?» se preguntaba Sarahí en su fuero interno.
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