Capítulo 538 Una papa caliente
Anastasia frunció sus labios rojos antes de asentir ligeramente con la cabeza. ―Está bien. Tú ve primero. Iré en un minuto.
Solo entonces Elías se puso de pie y se fue a la habitación, viéndose satisfecho. Anastasia sostenía en vaso de agua en sus manos, le dio unos cuantos sorbos antes de dirigirse a la habitación con la chaqueta cubriéndole los hombros. La habitación de Elías le pertenecía exclusivamente a él. Decorada como la de un hotel de siete estrellas, estaba amueblado con todo lo que uno esperaba encontrar.
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