Capítulo 2283 Cita a ciegas
Araceli sonrió. —Por supuesto. —Al fin y al cabo, aquello estaba relacionado con el futuro de su nieta.
Mientras saboreaba un desayuno bien caliente, Sarahí pensó que reunirse con la amiga de su abuela sería un asunto tranquilo. Al fin y al cabo, sólo necesitaba disfrutar. Hacia las once de la mañana, Sarahí llevó a Araceli a la calle. No se dio cuenta de que un todoterreno negro llevaba dos horas aparcado en una calle cercana. Dentro del coche, Antonio, que había estado jugando con el móvil, estaba más que contento de esperar.
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