Capítulo 1138 ¿Y ahora qué?
El rubor de Renata se extendió hasta las orejas mientras le seguía hasta el ascensor. Los ascensores del hospital eran largos y rectangulares. A pesar de ser bastante grandes, se llenaron de gente cuando llegaron a la tercera planta. Eliamar y los dos guardaespaldas se colocaron de forma protectora delante de ellos, mientras que Renata y Reinaldo estaban pegados. Ella se acurrucó en él y él le rodeó la cintura con sus brazos.
Una vez que llegaron al primer piso, Reinaldo siguió caminando de la mano de Renata mientras la guiaba hacia el vestíbulo del hospital. Ella sintió muchas miradas de envidia y deseo por parte de los demás. Aunque el hombre que estaba a su lado llevaba una máscara, ésta no ocultaba su aura innata de dominio. Pese a que los transeúntes no podían verle la cara, sólo por su aire distinguido podían saber que no era un hombre corriente.
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