Capítulo 930 No me malentiendas
―No solo fue un error, fue un grande error ―contestó Ángela con una mirada de molestia, sus hermosos ojos brillando con ansiedad mientras continuaba hablando. ―No debí conocerte, y tú no debiste aparecer frente a mí.
La expresión de Rogelio se ensombreció, y no pudo evitar poner sus manos en puños. Sus hermosos ojos, de pronto, se giraron para verlo. Ángela, al darse cuenta de que aún seguía con la ropa mojada, rápidamente le insistió.
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