Capítulo 665 La cima de la montaña 

Arturo se dio la vuelta y continuó subiendo sin decir una sola palabra. Sin querer molestarle más, Sofía lo siguió con cautela. De poco en poco su mente divagó, pues, por lo general no tenía casi tiempo para salir a dar una caminata. Las distantes montañas, cubiertas de una capa de densa neblina y de luz, llenaron su corazón de asombro.  Pero, de pronto, distraída por tal vista, se tropezó con Arturo y, al darse cuenta de que había chocado contra él, se sonrojó. Los guardaespaldas que los seguían se miraron entre sí con asombro. Nunca nadie había sido tan irrespetuoso con el joven Bonilla. ¿Cómo podía esta chica serlo? ¿Qué le daba el valor de molestarlo constantemente? Si Sofía hubiera podido leer la mente y saber lo que los guardaespaldas pensaban, hubiera sentido la urgencia de enterrarse viva. ¡No era su intención molestarlo!