Capítulo 902 Pero qué humillante
Rogelio por fin comprendió a qué se refería, pero Ángela continuó con sus disparatadas sin siquiera ponerle atención al hombre que estaba junto a ella:
—No puedo negar que siento algo por ti, pero es algo insignificante y nada más. Tampoco tienes que preocuparse de que te vaya a buscar sin parar, yo no iría hasta tales extremos. —Fue entonces que él supo que, si se mantenía callado, ella seguiría y seguiría con sus ideas, por lo que decidió que iba a quedarse de esa forma para averiguar qué diría después. Ella respiró hondo y se volteó para ver al hombre que la acompañaba; ahí, lo inspeccionó con detenimiento por unos segundos con esos ojos preciosos suyos, pero luego le preguntó con un tono que sonaba un poco disgustado—: ¿Te estás quedando en la misma habitación que ella? —Pero Rogelio siguió sin decir una palabra, lo que provocó que Ángela sintiera un enorme peso en su pecho de la nada y sus ojos se volvieron llorosos, pues se imaginaba cómo él se quedaba en la misma habitación con otra mujer y cómo la sostenía entre sus brazos mientras que dormían juntos; pronto reconoció que, tarde o temprano, los llegaría a ver expresando su cariño en público. Lo único que ella deseaba en ese momento era alejarse de ese hombre tan lejos como le fuera posible, así que giró su mirada desanimada hacia otra parte y dijo—: Rogelio, ¿podrías mandar a otra persona para que me proteja? Yo no necesito de tu protección.
Obtiene más cupones de libro que los de la app Recargar
Ir a la app de Joyread
Sigue leyendo más capítulos y descubre más historias interesantes en Joyread