Capítulo 1856 Deberías leer más
En el momento en que Julia giró la cabeza, el corazón le dio un vuelco y se volvió enseguida. —Ya puedes bañarte.
Eduardo la observó hasta que se marchó antes de quitarse la ropa que le quedaba y sumergirse en la bañera. Mientras tanto, Julia se duchaba en la habitación de invitados. Antes había dejado aquí un pijama, que le servía de gran comodidad siempre que quería pasar la noche aquí. Esta noche era el último día de su menstruación, y pensar en ello la llenaba de expectación. Al pensar en ello, sus mejillas empezaron a sonrojarse de vergüenza.
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