Capítulo 1084 Eres mía
―Eres mía.―Su voz ronca resonó en el aire oscuro con un pizca de posesividad.
Estaba llena de un loco deseo dominante que Renata sintió que debía hacer algo para corresponderle. Lo pensó y le rodeó el cuello con los brazos. Entonces, renunciando a todo sentido de la timidez, le dio un ligero beso en los labios. Al instante, la respiración del hombre se hizo más pesada en la oscuridad mientras la elogiaba:
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