Capítulo 405 A un paso
La única manera de evitar las sospechas de Elías era que Luis le entregara el vino. Alma se sentó en el otro extremo de la habitación, pero fijó la mirada en Elías y en la copa de vino que tenía en la mano; debía que asegurarse de que se bebiera hasta la última gota. Había mezclado el vino con una potente dosis de droga, diseñada para noquear a alguien por un periodo de tiempo y no despertar hasta que los efectos lleguen a su punto máximo.
La mujer, que Alma preparó para acercarse a Anastasia, entró en acción en ese instante y la saludó al decirle con amabilidad:
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