Capítulo 100 El almuerzo y una siesta
Elías bebía agua mientras se recargaba contra el pasillo de la puerta y observaba lo ocupada que estaba Anastasia. Cuando ella se giró, se dio cuenta al instante que la taza que tenía el hombre en la mano era de ella, por lo que su rostro se puso caliente.
—Esa es mi taza.
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