Capítulo 357 Un trauma muy arraigado
―Elías, te lo juro, si piensas que puedes… ―dijo Anastasia, quien en realidad quería gritar de exasperación, pues era de esperarse que no podía confiar en ese hombre; sin embargo, antes de que pudiera decir «salirte con la tuya», Elías se inclinó y la besó.
Él tenía las intenciones de salirse con la suya y parecía que lo estaba logrando, al fin y al cabo, él no podía contenerse cuando se trataba de Anastasia. Era como si ella fuera su fatal atracción, pues su presencia lo tentaba y lo atraía como el llamado de una sirena; Anastasia, por su parte, luchó por unos cuantos segundos contra él, pero era nada más por el espectáculo, ya que sabía que no tenía escapatoria. Al final, terminó sucumbiendo a sus besos, ocasionando que su hambre se despertara con la forma en la que él mordisqueaba y estiraba sus labios. No obstante, escuchaba una voz al fondo de su cabeza, aunque muy amortiguada, que la molestaba y la hacía mantener la guardia en alto; no estaba muy preocupada de que alguien los fuera a interrumpir, pues estaba por caer ante el carisma mortal de Elías.
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