Capítulo 362 El verdadero asesino
Mientras que iban de camino, Elías y sus hombres seguían la información y direcciones que les daban los guardaespaldas que estaban rastreando a Anastasia y sus secuestradores. Justo en ese momento, todo lo que podía hacer Elías era orar para que ella regresara a salvo. El pensamiento de lo que aquellos secuestradores podían hacerle, mientras que ella yacía recostada sin poder hacer algo al respecto en el auto, les trajeron un brillo amenazante a sus ojos y no deseaba nada más que atrapar a esa camioneta y matar a aquellos secuestradores con sus propias manos. Aunque iban acelerando a toda velocidad, él sentía que iban demasiado lento; si Raúl se atrevía a tocar un solo pelo de Anastasia, juró que los mandaría a todos al infierno. En breve, Anastasia estaba recuperando la conciencia con lentitud, al mismo tiempo que estaba recostada en el suelo de una casa abandonada de por ahí; le pusieron un saco de tela en la cabeza y no podía ver nada más que la oscuridad, aunque sí logró escuchar el sonido de los pasos y de la gente hablando alrededor de ella. Anastasia luchó para liberarse de sus restricciones al mismo tiempo que dejaba salir gritos ahogados.
―¡Mmm!
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