Capítulo 212 Un beso forzado
Al instante, Anastasia se puso pálida y, luego, tomó una carpeta del escritorio, que lanzó a la cara de Érica.
—¡Ah!… —gritó del fuerte dolor, pues la esquina afilada de la carpeta le rasgó la cara, dejándole una cicatriz obvia—. ¡Ay! ¡Mi cara! Mi cara… —Apreciaba mucho su cara y, aunque no le salía sangre de la herida, se sentía devastada.
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