Capítulo 741 La pierna sangrienta
Fueron rodeados al instante por las motocicletas y los pandilleros comenzaron a golpear las ventanas del auto con las barras de hierro que llevaban consigo. Ante eso, el guardaespaldas que estaba en el asiento del conductor desvió el auto para tumbar de sus motos a algunos de los forajidos, pero había demasiados golpeando los cristales. De repente, una fila de púas apareció en frente del auto en movimiento; daba al parecer que las motocicletas solo estaban ahí para distraerlos, resultando en que acelerara el auto y que no tuviera el tiempo suficiente para pisar el desacelerador para evitar las púas. Pronto se escuchó el sonido de algo tronando; el auto tenía llantas incapaces de poncharse, pero la gran cantidad de clavos enterrados llevó a que en poco tiempo el auto perdiera velocidad. Fue así que los tres autos que venían detrás aceleraron al instante y los alcanzaron.
—Presidente Palomares, da al parecer que tendremos que bajarnos del auto para encargarnos de estos pandilleros. —El capitán de los guardaespaldas analizó la situación con calma y sabía que no iban a ser capaces de continuar el trayecto en las circunstancias que estaban—. Los autos que estaban detrás de nosotros no nos alcanzaron, pero ya estamos enrollados con ellos. Lo único que podemos hacer es salir de aquí por el momento.
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