Capítulo 2132 La mañana siguiente
Silvia se apoyó en Obed, que también se había dado cuenta de sus pensamientos. La tomó en brazos y se dirigió a la villa. Una vez dentro, descubrieron que las criadas y el cocinero se habían marchado para respetar su necesidad de intimidad. Obed la llevó hasta el sofá y la miró, preguntándole juguetonamente: —¿Todavía tienes las piernas como gelatina? —Deseó que el suelo se la tragara, avergonzada por la inesperada debilidad de sus rodillas tras un beso.
—¿Necesitas ayuda para llegar a tu habitación? —volvió a preguntar.
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