Capítulo 2106 La cocina de mamá
Durante los últimos días, su familia había vivido sumida en el dolor por su culpa. Ya ni siquiera podía oír risas en la familia, deseando que el aire sombrío se desvaneciera pronto. Por eso, por muy desconsolada que estuviera, tenía que aprender a afrontar la vida con calma. Lo haría aunque no hubiera más alegría en su vida, donde nunca podría recuperarse de la marcha de Obed. Al fin y al cabo, aquel hombre había ocupado todo su corazón, un lugar sagrado donde ningún otro hombre podría colarse.
Con pasos rápidos, Elías se acercó apresuradamente a ellos. Cuando el guardaespaldas estaba a punto de abrir la puerta del coche, les hizo un gesto con la mano y la abrió él mismo. Con los ojos enrojecidos, Silvia sonrió a su padre. —¡Papá!
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