—¡Claudia, escucha eso! Jaja, no es culpa mía, ¿cierto? —Camilo se rio con suficiencia—. ¡Incluso Lilia está de acuerdo en que tengo razón, así que no puedes culparme!
Claudia puso los ojos en blanco. La capacidad de Camilo para permanecer soltero era inigualable, incluso los hombres corrientes lo tenían mejor que él. No era rival para alguien como Emmanuel.
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