En ese momento, frente a la gran entrada de la Residencia Quirós, Lluvia se apresuraba con su padre, Jubal. El sonido de animadas charlas y risas provenía de un edificio cercano, aumentando su sensación de urgencia. Ansiosa, Lluvia exclamó:
—Maldita sea, debemos de habernos perdido la actuación de la Señorita Juana.
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