—¡Qué rara oportunidad! Me encantaría presenciar yo mismo la actuación de la Maestra Mancilla —dijo Giancarlo, con los ojos iluminados por el entusiasmo.
—¿Vamos entonces, Señor Giancarlo? Yo también siempre he querido ver a la Maestro Mancilla. ¿Quién sabe? Tal vez ver una actuación así despierte mi memoria. —dijo Roselyn con auténtico entusiasmo.
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