El rostro de Acua palideció de miedo, sabiendo que Valerio venía por Emmanuel. Lo estuvo buscando toda la noche, y alguien debió informarle de su paradero.
—¡Jeje! El Señor Valerio está aquí. ¡Esta vez estás muerto, chico! Veamos lo duro que eres de verdad.
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